sábado, 28 de junio de 2008

Un sábado de abrazos...


Día sábado. Me encontraba dando y recibiendo abrazos, compartiendo y riendo. disfrutando el día más esperado por mi. Aquel en que el bello acto de amar reflejado en un simple abrazo se hace tan grande y presente en todo momento. con todas las personas sin discriminación alguna, con una mirada, una sonrisa, un momento de alegría, de consuelo, de escuchar.
Los abrazos son como el agua, no se le pueden negar a nadie.
La gente se aproximaba o nos abalanzábamos sobre ellos solamente a robarles un abrazo.
De pronto lo ví venir, no podía mirar a otro lado por que él se robaba mi mirada.
no se si podía disimularlo, pero al parecer si por que alguién venía por su abrazo. Lo estrecho, pero ya no tan concentrada en lo que hacía, perdón pero no lo podía evitar.
Lo seguía mirando, en segundos mil ideas pasaron por mi cabeza, pero se hacían muy difíciles de realizar en aquel momento.
Acudo a un lado y luego a otro, corriendo para que no se escape.
No puedo hacer que no existe por que está ahi.
Llego y le habló, me húndo en sus vestiduras, en su alma y en sus ojos. Por un momento no existe nadie a mi alrededor. Me olvido que conversaba con 2 niñas, que hay amigos que se encuentran dando abrazos, que hay gente que vende, compra y camina por el lugar. Me olvido del mundo, solo estamos él y yo.
Le hablo mientras acomodo su vestuario. El me mira y me deja actuar.
Una joven viene y me pide un abrazo.
Por favor aguarda, déjame terminar con el.
Sigo acomodando el vestuario, poniendo el cinturón que era lo que faltaba.
La joven insiste:
- Por favor mi abrazo para que me vaya bién, para tener un buén día.
* Pero mira, hay varios
- NO, yo quiero el tuyo - me replica
* por favor espérame
Sigo con él. Cada vez que termino de dialogar con la joven, desaparece... no en cuerpo, sino de mi mente, el mundo se detiene y sigo con él. Le hago notar lo humedo de sus prendas, le voy conversando y acotando mientras me esfuerzo en dejarlo lo mejor posible.
Al finalizar de poner el cinturon que era lo que faltaba, me hundo en sus ojos,
hermosas perlas húmedas, profundas... que no olvidaré.
-Y mi beso- pregunto
él sonrie y me regala un beso
Dá su primer paso lejos de mi y la jóven se abalanza por su abrazo.
Veo la cara de Daniel y no hago comentario. Voy a mi puesto y alzo nuevamente el letrero para seguir en mi labor. Las niñas con las que hablaba se acercan a conversar. Yo sigo tal cual como si nadie me ubiese visto. Por que en ese momento solo eramos él y yo, la gente se hizo invisible y el mundo se detuvo.
Por lo que ellas me comentan obviamente me vieron. No entro en detalles.
Solo sé que él paso, nos acercamos y no existia nadie. Eso me fascino... que no ubiese nada a nuestro alrededor.
La jóven me honró con el deseo de un abrazo. Que en lo personal, era igual que el de cualquier otro abrazador. No sé que le habría hecho pensar que el mio le daría suerte. No se qué paso por su mente que le decía que sería especial.
El más bello recuerdo de ese día, fueron los ojos, la barba y el beso de aquel humilde hombre.
Yiya Ortega

2 comentarios:

Tamara dijo...

Tiene que haber tenido algo muy especial esa persona para haber captado tu etencion de esa manera, y la verda he sentido eso.

Existen muchas personas lindas en este mundo, las que he conocido y qu conozco ahora, pero siempre hay alguien q hace la diferencia, alguien que como decías tu capta de tal manera todos tus sentidos que todos aquellos que se encuentran a tu alrededor ya no exosten, y quisieras que nadie interrumpiera ese momento, porque es mágico, y aún más especial si la otra persona siente lo mismo al verte.

A ti te pasó un sábado al ver a esa persona. A mi me pasa siempre, siempre que lo veo, siempre que lo escucho, cuando lo recuerdo y cuando sueño con él. Es que realmente tiene algo que los demás no.

Anónimo dijo...

Que precioso relato.

Leyendo tu blog no dejo de sorprenderme...